La autoridad asegura que en
el país no hay presencia de carteles de la droga, ya que según su versión
"estos actúan como grupos armados". Las palabras del ministro son una
buena noticia, pero es posible que en su afán de tranquilizar a la ciudadanía
este mintiendo. La realidad parece ser distinta. Como nunca había ocurrido en
Bolivia, gente humilde y común sale a las calles para reclamar mayor seguridad
en poblaciones de menos de 2.000 habitantes. Ellos tratan de llamar la atención
a las autoridades nacionales porque temen que sus hijos acaben tentados por
incorporarse a un número cada vez mayor de muchachos de corta edad que
comercializan droga y se dedican al consumo de sustancias controladas. Es lo
que ha pasado en la población de Yapacani en el trópico. En muchas poblaciones
del oriente se puede ver a jóvenes conduciendo movilidades de lujo que se han
ganado de la noche a la mañana dinero participando de alguna actividad ilegal.
Cuando Monseñor Tito Solari denunció el pasado año que menores de edad se
dedicaban al negocio de la droga, el Gobierno quiso enjuiciarlo y tuvo que
mediar el primer mandatario para que el sacerdote no acabara preso.
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