La producción, el tráfico y el uso indebido de drogas han alcanzado una
magnitud enorme en todo el mundo. En Colombia, el problema ha adquirido
connotaciones muy particulares, porque es el mayor traficante de hoja de coca,
pasta básica y sobre todo de cocaína. La ilegalidad de la industria de la droga
le imprime un carácter peculiar: el crimen organizado, la violencia y la
corrupción son sus componentes naturales. El narcotráfico ejerce su poder para
penetrar en las estructuras de la sociedad civil, para intervenir en las redes
de toma de decisiones y para controlar parte de los territorios nacionales. Y
usa la fuerza a través de grupos paramilitares para desestabilizar los Estados
e imponer sus propias leyes y valores, violando los derechos humanos y poniendo
en peligro la permanencia del sistema democrático. Las drogas afectan a la salud
de quienes las consumen, y en particular la de los jóvenes y los niños. Las
diversas opciones para combatir la droga se discuten tanto a nivel de los
países involucrados, como en el plano internacional. Bajo el liderazgo de las
Naciones Unidas, se esta configurando una política basada en el principio de
responsabilidad compartida, en el respeto a la soberanía de los Estados, en la
eliminación del uso de la fuerza y en la no injerencia en los asuntos internos
de los países, todos objetivos loables pero quizás contradictorios. La economía
de la droga conecta la producción, la comercialización y las finanzas en una
intrincada red que hace caso omiso de las fronteras nacionales, y que se
extiende a todos los continentes. El carácter clandestino o subterráneo de la
economía de la droga, dificulta enormemente el análisis de sus efectos en las
sociedades envueltas en la producción, manufactura, tráfico y consumo de estupefacientes.
Colombia sufre desde los años setenta el estigma de ser la principal productora
y exportadora de cocaína en el mundo. Más allá de la multitud de ideas urdidas
al respecto, sin embargo, los efectos económicos, políticos y sociales del
narcotráfico en la marcha del país han sido tan enormes como difíciles de
evaluar con certeza.
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